jueves, 24 de octubre de 2013

La boda


                                   

Impaciente, espero a que la peluquera termine de colocarme las horquillas. Los nervios comienzan a pasarme factura, y me alegro de no estar maquillada aún.
Cuando el peinado está listo, la chica pasa a las polvos, el rímel y los pintalabios; suena el móvil, pero mis uñas recién pintadas no me permiten contestar, lo que aumenta mi inquietud.
Al acabar, miro al espejo y sonrío; me levanto y subo a mi cuarto, donde esperan las damas de honor, ya vestidas para la boda.
-¿Dónde está Lucía?
-Ya está esperando en el coche. ¿Tú ya estás lista?
-Sí. Venga, que llegamos tarde.
Bajamos hasta la calle, donde esperaba una limusina. En todo el trayecto hasta la iglesia, nadie dijo nada.
Al llegar, corro con las damas dentro y me siento en el primer banco, al lado del altar,en el momento en el que comienza la música nupcial.
Miro hacia atrás y allí está, con su precioso vestido blanco, caminar hacia el altar del brazo de su padre.
Le prometí que no lloraría, pero me es imposible aguantar las lágrimas. Y eso que la boda acaba de comenzar. Pero es Lucía, mi Lucía.
Y, ¿que madre no llora en la boda de su hija?

1 comentario:

  1. Querida Xiana, te he nominado a los liebster awards por que me encantan tu blog, tienes la información en:
    http://libros-musica.blogspot.com.es/2013/10/premio-liebster-award.html
    Un beso tu hermanita Anxela

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