viernes, 8 de noviembre de 2013

Encerrada

Suena irónico, ¿no? Toda mi vida curando a los demás y, ahora, no puedo salvarme a mí misma. Hay tantas cosas que podría haber cambiado; ¿y si no hubiera vuelto de las vacaciones con antelación?, ¿y si no hubiese abierto aquel estúpido maletín?, ¿y si hubiera hecho algo antes de que el problema fuera a más?...
Creo recordar que a mis pacientes les digo que, en vez de romperse la cabeza pensando en su pasado, piensen en como pueden cambiar su futuro.
Ahora, que lo veo todo desde el otro lado de la valla, las entiendo mucho mejor. No todo es tan fácil como yo se lo pinto a ellas. Es inevitable no querer olvidar todo lo malo y dejar solo los buenos momentos; él se ha transformado en la única cosa que quieres y necesitas para seguir viviendo.
Al fin, tengo que aceptar que necesito que alguien me ayude, que ese diploma que tengo colgado de la pared no me sirve de nada por si solo.
Sólo existe un único problema: ¿cómo voy a denunciar los maltratos de mi marido mientras estoy encerrada en el sótano de mi casa?

jueves, 24 de octubre de 2013

La boda


                                   

Impaciente, espero a que la peluquera termine de colocarme las horquillas. Los nervios comienzan a pasarme factura, y me alegro de no estar maquillada aún.
Cuando el peinado está listo, la chica pasa a las polvos, el rímel y los pintalabios; suena el móvil, pero mis uñas recién pintadas no me permiten contestar, lo que aumenta mi inquietud.
Al acabar, miro al espejo y sonrío; me levanto y subo a mi cuarto, donde esperan las damas de honor, ya vestidas para la boda.
-¿Dónde está Lucía?
-Ya está esperando en el coche. ¿Tú ya estás lista?
-Sí. Venga, que llegamos tarde.
Bajamos hasta la calle, donde esperaba una limusina. En todo el trayecto hasta la iglesia, nadie dijo nada.
Al llegar, corro con las damas dentro y me siento en el primer banco, al lado del altar,en el momento en el que comienza la música nupcial.
Miro hacia atrás y allí está, con su precioso vestido blanco, caminar hacia el altar del brazo de su padre.
Le prometí que no lloraría, pero me es imposible aguantar las lágrimas. Y eso que la boda acaba de comenzar. Pero es Lucía, mi Lucía.
Y, ¿que madre no llora en la boda de su hija?

jueves, 5 de septiembre de 2013

Todo en un frasco

Las lágrimas caen despacio y con parsimonia, como el agua de un grifo mal cerrado, dentro del frasco que ella sujeta, con manos temblorosas.
En cada lágrima va una pena, un recuerdo tormentoso que fue acallado y hace años que pugna por salir.
Siguiendo las instrucciones del brujo, espera hasta que el botecito esta lleno y lo tapa bien, con cuidado de no derramar nada.Ella lo admira en silencio; en esto se queda su llanto, su tristeza, su desesperación. En un par de gotas de agua salada. 
Por un momento, la desaprobación se refleja en su rostro, en una riña a sí misma por creer en las palabras de un joven que se alimenta con las desdichas de los demás.
Pero es lo que le queda, su última esperanza. Su dios le ha fallado, arrebatándole todo lo que aún ama; ¿qué más puede perder? Su maltrecha dignidad ya no sirve de mucho. 
Observa su reflejo en el mar y tira el frasco, dejando que las olas se lleven todos los malos momentos de su vida.
"Funcionará"-le había asegurado el brujo-"Todos los males se irán".
Comenzando a sentir un cosquilleo que se extiende por todo el cuerpo, ella sonríe. ¿Por qué está en la playa? Ya no lo recuerda. En su mente solo hay tres recuerdos: su nombre, su dirección y el rumbo de su vida.
Ella se llama Natalia García, y tiene 25 años. Vive a dos calles de esta playa, donde jugaba de pequeña.
Y va a vivir el hoy como si no hubiera mañana.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Que pasaría si...?

¿Que pasaría si todo fuera diferente, pero para bien? ¿Si solo se pudiera llorar de alegría? ¿Si la culpabilidad solo viniera a ti cuando comes mucho, a pesar de estar en medio de la operación bikini? ¿Si la peleas se limitaran a dos niños gritando por un juguete? ¿Si las guerras fueran anécdotas, que cuentan las abuelas, sobre siglos pasados? ¿Si tu primer amor fuera el único y verdadero? ¿Si la muerte no tocara tu vida hasta que te sintieras libre, realizado y en paz contigo mismo? ¿Si el hambre desapareciera del mundo? ¿Si el dinero tan sólo fuera papel? ¿Si la naturaleza fuera tratada como el tesoro que es en verdad? ¿Si los secuestradores fueran historias que les cuentas a tus hijos para que obedezcan y no hablen con desconocidos?  
Para todas esas preguntas solo existe una respuesta. Si todo esto ocurriera, el mundo no sería perfecto. Porque si no lloras de tristeza te faltan sentimientos. Si no te sientes culpable, no tienes corazón. Si no peleas, no aprendes a controlarte. Si no hay guerras, no hay paz. Sin rupturas, tu corazón no sabrá curarse por si solo. Si tú mismo no sientes hambre, no tendrás empatía por los que la padecen. Si no destruyes la naturaleza, no la apreciarás después. Si no tienes miedo de que te quiten lo que amas, no aprenderás a aprovechar cada día que paséis juntos.
Porque el mundo necesita este equilibrio, y, sin él, sería como hacer funcionar un reloj con la mitad de los engranajes.
Por eso, yo creo que el mundo es "imperfecto" tal y como está.

Marie

"Mea culpa, mea maxima culpa".
Estas palabras son lo último que me esperaba oír de sus labios.
-No es solo tu culpa, Shaun. También yo fui descuidada.
-Pero es tu vida la que cambiará radicalmente, no la mía. Tú solo tienes dos opciones.
-No pienso deshacerme de ella.
-Vale, una opción. Yo puedo hacer infinidad de cosas; tengo la posibilidad de elegir.
-Para ya. Se supone que soy yo la que tendría que estar dando vueltas por la sala de espera.
-Estoy nervioso. Tu padre me va a matar cuando sepa lo que he hecho.
-Lo que hemos hecho. Si no te estás quieto ya, te pegaré con superglue al sillón.
-Sé que lo harás.
-Por supuesto.
-¿Cuánto tiempo falta?
-Nada, ahí viene la enfermera.
-¿Son ustedes Shaun y Mikaela?- su voz era muy chillona.
-Sí, somos nosotros.
-Sólo quería informarles que su hija está perfectamente. Pueden acompañarme, por aquí.
La habitación era demasiado lúgubre, pero su visión hizo que eso no importara.
-¿Es esa Marie?- su pequeño cuerpo de dos años parecía ileso.
-Sí, es ella. Solo necesita un poco de reposo.- Hizo una larga pausa.- Entonces, ¿aceptan la adopción completa?
-Por supuesto que sí.
-¿Estás segura, Mikaela?
-Claro, Shaun. Me deshice de ella una vez. No lo volveré a hacer.

miércoles, 28 de agosto de 2013

La Promesa

No hay ninguna luz encendida en casa. A pesar de eso, no me fío de mi madre.
Sólo son las cinco de la mañana, pero el calor es sofocante; el fular que tapa el chupón de mi cuello me sobra. Igualmente, el pelo alborotado da que pensar. Y mi madre no es tonta.
Camino sigilosamente hasta mi cuarto, celebrando ya mi victoria.
-Kara, ¿adónde crees que vas a estas horas?
-A mi cuarto. -me froto la nuca, nerviosa.- ¿Tú quieres algo, mamá?
-No me tomes por tonta. ¡Estás loca! A quién se le ocurre volver a las cinco de la mañana.
-Ya no soy una niña y....
- ¿Qué has estado haciendo?- me mira sin disimulo, y una mueca de horror se forma en su cara.- ¿Con quién has estado?
-Eso no te interesa.
- ¡Sí que me interesa! Soy tu madre, Kara, tienes diecisiete años y vives bajo mi techo.
-Si ese es el problema, me iré de casa.
Al instante me arrepiento de mis palabras; cuando  mi madre comienza a llorar.
-No, mamá, no llores, lo siento, no quería decir eso....
Llegados a este punto, las dos estamos llorando, abrazadas la una a la otra.
-Oh, Kara, yo solo quiero que no tengas el mismo futuro que tuve yo.
-Te lo prometo, mamá, seré una hija de la que estarás orgullosa.
-Ya lo estoy, cariño. Ya lo estoy.
Jamás he roto esa promesa.

martes, 27 de agosto de 2013

Bienvenida

Al avión aún le quedaban diez minutos para aterrizar, y yo ya había probado todas las maneras posibles de esperarlo: sentada, de pie, apoyada en la pared,....
Quizás si aceptara la cerveza que me había ofrecido el camarero, la espera se haría un poco más llevadera. Pero lo último que quiero es que Marcos me encuentre borracha, o tonteando con cualquiera.
Justo cuando estoy a punto de preguntarle por quinta vez a la chica de información cuanto tiempo queda, un panel brillante anuncia la llegada del avión.
Me acerco, con algunas personas más, hacia la puerta por la que, dentro de un momento, saldrá la persona a la que más quiero en el mundo, mi Marcos.
Después de dos meses sin verlo, no puedo aguantar ni un segundo más y, en cuanto aparece, corro hacia él y me echo a sus brazos. Él suelta la única maleta que lleva y me alza, dando vueltas, como si yo tuviera cinco años y pesara lo mismo que un bebé.
Porque, a pesar de mis veinte años recién cumplidos, para él aún soy su pequeña, y siempre seguirá llamándome así, da igual la edad que tenga.
-¿Me has echado de menos, baby?-pregunta.
-No me llames bebé. Aunque no se me dé tan bien el inglés como a ti, tengo un vocabulario. Y veinte años, no dos.
-Venga, no te enfades; te he traído un regalo.-Sacude un paquete delante de mí.
-¿Qué es?
-Ábrelo tu misma.
Lo hago, y lo que encuentro me deja paralizada. Una pulsera de oro, con mi nombre grabado, resplandece sobre la palma de mi mano.
-¿Dónde has robado esto?
-Me subestimas demasiado.
Lo abrazo con fuerza.
-Te quiero muchísimo, Marcos. ¿Lo sabes, verdad?
-Sí, hermanita, ,lo sé-me devuelve el abrazo-. Yo también.

lunes, 26 de agosto de 2013

Luna llena

Camino indecisa hacia el bosque donde me espera mi lobo como cada luna llena.
Cada ruido que escucho resulta una amenaza, así que, acelero el paso, y acabo corriendo.
Cuando me encuentro con sus ojos amarillos, ocultos entre la maleza, paro en seco y, arrodillándome, lo abrazo con fuerza,  escondiendo la cabeza en su pelaje.
Él se limita a lamerme la mejilla, como un beso de bienvenida. Me lleva hacia nuestro claro, donde su cuerpo parece brillar como el oro a la luz de la luna. Donde él puede ser humano, y contarme los secretos del bosque. Donde, a cambio, yo le resumo mi aburrida rutina en el colegio, y él hace comentarios que convierten mi vida en una montaña rusa de emociones.
Cojo una sudadera y unos vaqueros de mi mochila que encontré rebuscando en el armario de mi hermano mayor.
En el claro, me doy la vuelta para evitar ver su transformación. La primera vez no me había girado y, durante dos semanas, esas imágenes me atormentaron noche y día.
-Laura, ya puedes mirar.
-No, aún estás desnudo.-le acerco la ropa- Primero, vístete.
Tras unos minutos, su voz vuelve a sonar.
-Listo.
Me doy la vuelta, y camino lentamente, hasta que tan sólo estoy a un palmo de él. A esa distancia puedo adivinar la mueca de dolor que él intenta ocultar.
-Te he traído unos medicamentos para aliviar los músculos.
-¿Nada más?
-Oh, lo siento, el Ferrari está aparcado en la linde del bosque.
-No me refería a eso. Solo es que la palabra "medicamentos" suele ir acompañada con varias curas, que a su vez llevan a mí vomitando líquidos de diversos colores.
-Muy gracioso. Pero esta vez la cura será indolora y sin efectos secundarios.
-Me estás asustando.
-Tenemos que entrar otra vez en el bosque.
-Pero volveré a ser lobo.
-Puede, pero no lo sabremos sin comprobarlo.
Nos adentramos en la oscuridad de los árboles, me preparo, porque sé que no tengo mucho tiempo. Lo empujo contra un tronco y junto mis  labios contra los suyos. Dejo que mi boca se lleve por la adrenalina del momento.
Cuando me separo, lo hago de mala gana, para coger aire. Lo bueno es que parece haber funcionado: él, todavía es humano. Lo malo es que no va a durar mucho, así que los dos volvemos al claro en un incómodo silencio.
-¿Cómo lo has hecho?
-Con un beso. Pensé que eso era obvio.
-Ya nos hemos...besado antes, pero nunca funcionó. ¿Por qué hoy sí?
-Porque no te lo esperabas. No ha sido el beso, sino la adrenalina. El problema es que no puedo estar besándote así cada dos minutos.
-Pues a mí, personalmente, no me importaría.
Aquel beso no fue el último de la noche. Pero sí que fue el principio de una nueva sensación, que no se puede describir sin sonar cursi ni melosa. Algo que me persiguió hasta la mañana siguiente, aunque él ya no estaba conmigo.
El saber que he encontrado a la persona a la que siempre amaré.

jueves, 25 de julio de 2013

El número 100

Me despierto temprano y, lentamente, voy dándome cuenta de lo que pasa: tus brazos, fuertes y seguros, alrededor de mi torso desnudo; tu pecho, debajo de mí,  se eleva con cada respiración; siento tu mirada en mi nuca, y elevo la vista para ver tus ojos verde esmeralda. 
Me saludas con una sonrisa alegre y despreocupada, que deja en tus ojos un brillo de picardía.
No sé que hacer; nunca antes me había pasado esto, y la situación se esta empezando a poner embarazosa. Me levanto de la cama y cojo una bata, intentando tapar mi desnudez, aunque sé que ya no sirve de mucho. Entro en el baño y comienzo a llenar la bañera con agua caliente. Pero, a pesar de tener una ligera esperanza, es casi imposible que él se duerma y yo pueda escaparme. Mientras, medito que pudo ir mal.
Hacía meses que lo conocía, así que el encargo debería haber sido fácil: acostarme con él y huir de madrugada sin dejar pistas. Desprestigiar el status de una persona no es un trabajo que me agrade, pero se paga bien, y yo necesito el dinero para vivir.
Pero esta vez es diferente. Cada vez que pienso en escaparme me inunda una profunda tristeza; en cambio, cuando lo recuerdo a él, a esta noche, se me acelera el corazón y me siento la mujer más feliz del mundo.
Poco a poco, la verdad me acecha, como un hábil depredador, hasta cazarme. Ahora ya no hay vuelta atrás. He incumplido las reglas:
Me he enamorado de mi víctima número 100.


miércoles, 24 de julio de 2013

HOLA


Hola a tod@os! Bienvenid@s a mi blog en el que escribiré relatos que, espero, os emocionen tanto como a mí.
Habrá de todo tipo: relatos tristes, alegres, de esperanzas, sueños rotos, encuentros inesperados,..... Para que haya donde elegir.
Y si queréis dar ideas, solo tenéis que comentar.

LIBERTAD

Con cada palabra que sale de tus labios el dolor en mi pecho va en aumento. Necesito hacerte callar, pero estoy paralizada. Lo que más me hiere es tu sonrisa, porque es la que me confirma que con ella eres feliz. Oigo tu voz, pero no comprendo lo que dices; la cabeza me palpita con fuerza.
-Nerea, ¿me escuchas?
-¿Qué? Yo... claro que sí.
-¿De qué estaba hablando?
-Pues hablabas de... cómo hacer y... dónde...
-¡Dios mío! ¿Qué te pasa hoy? No me estás haciendo ni caso. ¡ Te estoy confiando los planes del mejor día de mi vida!
Deseo más que nada en el mundo plantarte cara, decirte que te amo, que siempre te he amado en silencio, velando por ti. Pero tú no estás a mi alcance, ya no. Debo esconder mi loco amor en una caja, debajo de la cama, para que se llene de polvo y moho; así ya no querré volver a tocarla. Pero no puedo hacerlo, porque en esa caja van las tardes en la playa, las acampadas, las noches de cine antiguo en el salón de tu casa, todas las cosas que me importan. Solo me queda una opción para mitigar el dolor sin olvidarte.
Me despido de ti, sin desvelarte que puede ser la última vez que me veas. Camino con paso decidido hacia el puente de Rande, ignorando el claxon de los coches; nada va a conseguir pararme.
Llego a la mitad del puente y me siento en la barandilla con las piernas colgando. Dejo que la brisa marina acaricie mis mejillas, como despedida. Debo darme prisa antes de que alguien se de cuenta de la locura que estoy a punto de cometer.
Me suelto y, mientras caigo hacia las frías aguas, los oídos me pitan, pero yo solo siento felicidad; felicidad por estar libre y sin cadenas.
Luego, un dolor frío e intenso, hasta adentrarme en una luz blanca que lo hace remitir. No puedo evitar sonreír.
Después de eso, nada.