lunes, 26 de agosto de 2013

Luna llena

Camino indecisa hacia el bosque donde me espera mi lobo como cada luna llena.
Cada ruido que escucho resulta una amenaza, así que, acelero el paso, y acabo corriendo.
Cuando me encuentro con sus ojos amarillos, ocultos entre la maleza, paro en seco y, arrodillándome, lo abrazo con fuerza,  escondiendo la cabeza en su pelaje.
Él se limita a lamerme la mejilla, como un beso de bienvenida. Me lleva hacia nuestro claro, donde su cuerpo parece brillar como el oro a la luz de la luna. Donde él puede ser humano, y contarme los secretos del bosque. Donde, a cambio, yo le resumo mi aburrida rutina en el colegio, y él hace comentarios que convierten mi vida en una montaña rusa de emociones.
Cojo una sudadera y unos vaqueros de mi mochila que encontré rebuscando en el armario de mi hermano mayor.
En el claro, me doy la vuelta para evitar ver su transformación. La primera vez no me había girado y, durante dos semanas, esas imágenes me atormentaron noche y día.
-Laura, ya puedes mirar.
-No, aún estás desnudo.-le acerco la ropa- Primero, vístete.
Tras unos minutos, su voz vuelve a sonar.
-Listo.
Me doy la vuelta, y camino lentamente, hasta que tan sólo estoy a un palmo de él. A esa distancia puedo adivinar la mueca de dolor que él intenta ocultar.
-Te he traído unos medicamentos para aliviar los músculos.
-¿Nada más?
-Oh, lo siento, el Ferrari está aparcado en la linde del bosque.
-No me refería a eso. Solo es que la palabra "medicamentos" suele ir acompañada con varias curas, que a su vez llevan a mí vomitando líquidos de diversos colores.
-Muy gracioso. Pero esta vez la cura será indolora y sin efectos secundarios.
-Me estás asustando.
-Tenemos que entrar otra vez en el bosque.
-Pero volveré a ser lobo.
-Puede, pero no lo sabremos sin comprobarlo.
Nos adentramos en la oscuridad de los árboles, me preparo, porque sé que no tengo mucho tiempo. Lo empujo contra un tronco y junto mis  labios contra los suyos. Dejo que mi boca se lleve por la adrenalina del momento.
Cuando me separo, lo hago de mala gana, para coger aire. Lo bueno es que parece haber funcionado: él, todavía es humano. Lo malo es que no va a durar mucho, así que los dos volvemos al claro en un incómodo silencio.
-¿Cómo lo has hecho?
-Con un beso. Pensé que eso era obvio.
-Ya nos hemos...besado antes, pero nunca funcionó. ¿Por qué hoy sí?
-Porque no te lo esperabas. No ha sido el beso, sino la adrenalina. El problema es que no puedo estar besándote así cada dos minutos.
-Pues a mí, personalmente, no me importaría.
Aquel beso no fue el último de la noche. Pero sí que fue el principio de una nueva sensación, que no se puede describir sin sonar cursi ni melosa. Algo que me persiguió hasta la mañana siguiente, aunque él ya no estaba conmigo.
El saber que he encontrado a la persona a la que siempre amaré.

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